Como un sábado de esos cutres-pelagreros, en el que parece ser que desde la mañana todo sale mal. La casa está por hacer, ya que este fin de semana estoy solo. Así que lo primero que piensas cuando te levantas en que el puto día pase lo antes posible. Más que nada porque hay que ir a trabajar. Paso un par de Cd´s de esos de los años 60-70 a Mp3. A una compresión 128. Cutre. Tal y como ha empezado el día.
Una vez en el trabajo todo pasa con total normalidad, osea, no vendo ni ostias. Bueno... Creo recordar que me tocó llevar un frigorífico Liebher a una clienta (que estaba muy buena) del centro de Donosti. El frigorífico no entraba en el ascensor y se ha tenido que subir por las escaleras. Vuelvo a añadir y a remarcar, que la tía estaba como un tren.
Al terminar esta faena me quedé más quemado que los palos de un churrero. Cojo el Topo que me lleva desde Anoeta a casa, a mi hogar. El tren va muy despacio y como decía Mike Rios, "Por las ventanas muy debilmente se cuela el sol". Hay mucho tiempo para llegar.
En esto, que en una nueva parada de estación, se para el tren para recoger a nuevas personas que entran y otras que bajan. Por la puerta entra una morena. Ojos verdes. La mayor belleza creada por un Dios (para los que
crean). No pude adivinar la edad. En el vagón había varios sitios libres. Pero ella prefirió sentarse enfrente mío. Era explosiva. Llevaba una camiseta blanca con escote que dejaba ver a la perfección su canalillo, un pantalón corto a lo pirata de gasa vaporoso y cortito, negro. Las piernas eran largas y no muy regordetas.
Solo se me ocurrió pensar que era una mujer súper sencilla y enseguida conectamos los dos tal solo con una mirada. El tren seguía comiendo metros al destino. Cada vez que se daba cuenta que la miraba y se cruzaban las miradas me hacía una señal de que se había dado cuenta y echando el pecho hacia delante sonreía.
En un momento, al cruzarse de piernas me fijé que llevaba, en vez de pantys, un liguero y un tanguita rojo diminuto que se le escapaba por encima
del pantalón, pero tampoco era el momento de mirarlo fijamente.
Finalmente se decidió a decirme:
- Te noto cansado. Un día raro?.
- ¿Qué? -pregunté yo.
- Sí, mira -me dijo- Creo que los dos hemos tenido un día muy duro de trabajo. Lo mejor para los dos será tomar algo y relajarnos.
- ¡Joder! - dije yo - sólo tenías que haberlo pedido - Sin cortarme.
Fuimos al Abend, una cervecería grande y tranquila, en la que cualquier persona pasa inadvertida. Por cierto, se llamaba "Alba". Una vez allí me dijo:
- Hasta la tarde no voy a volver a casa, porque quiero que me folles hasta que nos desmayemos. Además, siempre he querido hacer una gran locura. Una última locura antes de casarme. Con un desconocido. Que me folle y no volver a saber el uno del otro.
Sin dejarme decir nada metió la mano debajo de la mesa y me bajó la cremallera del pantalón, y sí no la paro, hubiese sido capaz de sacar mi polla que estaba a reventar.
Una vez en mi casa todo empezó. Como dos fieras salvajes. Sin mirar donde. Como Yonkis a por su droga de sexo duro y puro. Me la empezó a chupar y mi polla cogió sus 20 cm, en nada de tiempo. (Más rápido que Fernado Alonso en coger los 200). Mientras yo escuchaba sus grititos de alegría y sus "borderías", como lo de:
¡vaya pollón, cómo me lo voy a pasar!, ¡fuera las puta tanga!, etc...
En un momento dado, se dio la vuelta, me tiró de las piernas y se la metió en su coño, yo sólo oía los jadeos de los dos, que eran bastante fuertes. Me dijo que quería que me corriese en su boca y cuando me iba a ir se lo dije, se dio la vuelta y la leche salió disparada para su boca, pelo y cara. (Esto debe de ser una cosa normal, porque nunca he sido capaz de acertar, mala puntería, leches!).
Salió de entre mis piernas, estaba con las tetas al aire, se sentó encima de mí y me dijo:
- Oye me ha encantado y quiero hacerlo contigo todas las veces que podamos a lo largo del día.
- Por supuesto -le dije sonriendo - y mucho más.
Se sentó encima de mi polla, mientras miraba la fiesta que tenia montada . ¡Joder, cómo se movía y tenía unas tetas duritas, algo caidas y grandísimas!.
Yo veía cómo gritaba Alba cuando no tenía una polla en su boca. Me corrí dentro del coño de ella y vi cómo sonreía.
Todo terminó con una ducha los dos juntos. Un beso. Y hasta otra. Nunca olvidaré esta tarde con Alba.
sábado, julio 02, 2005
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